Esta es una pregunta que pocas veces nos hacemos y que nos podría ayudar mucho para reflexionar sobre nuestras decisiones y nuestros resultados. Hay una frase que dice “La política, el amor y los deportes, se miden por resultados”, tal vez en la mayoría de los casos sea así, y no tendría que ser diferente en el caso de nuestros fallidos esfuerzos por proteger al medio ambiente.
Haz conmigo este ejercicio: ¿En cuántas marcas (nacionales o extranjeras) de lo siguiente, puedes pensar en 10 segundos?
· Automóviles
· Franquicias
· Productos tecnológicos
· Marcas de alta gama, lujo.
Ahora, haz lo mismo, pero pensando en nombres de lo siguiente:
· Aves
· Flores
· Árboles
· Peces
¿Qué tal te fue? En cuál de las dos listas llegaron a tu mente más rápido las respuestas.
Cuando yo me puse a pensar en este ejercicio, no me gustó lo que descubrí de mí misma, pues mis respuestas a la segunda lista llegaron más lento que en la primera. No importa lo que sepa sobre derechos y obligaciones en materia ambiental, no importan los años de experiencia dedicados a este tema, no importa que mi educación profesional no haya estado dirigida a la biología, a los recursos naturales o alguna disciplina relacionada. Importa en dónde estoy poniendo mi atención, después de todo, no debería ser tan difícil responder a la segunda lista.
¿Qué podría decir en mi defensa? (y en defensa de aquellos a los que les fue igual que a mí) Podría hablar de los condicionamientos que humanamente tenemos bajo la influencia de los medios de comunicación o hablar también de los hábitos y las necesidades diarias; y sí, se pueden encontrar muchos argumentos, sin embargo, al final del día no importa si somos inocentes o culpables, el tema aquí es, ¿En dónde estamos poniendo nuestra atención? ¿Qué tanto nos responsabilizamos por ello? ¿Qué resultados estamos teniendo, de manera individual, en la formación de nuestra propia conciencia ambiental?
Es entendible que estemos atentos a los avances tecnológicos, a los nuevos productos de tu marca favorita, a las tendencias en las redes sociales, al precio del nuevo modelo de celular, pero para que todo eso siga siendo posible a largo plazo, la única vía es mejorar nuestros hábitos de consumo y aumentar los de prevención y protección. Sabiendo que solo podemos cuidar aquello que conocemos, en imprescindible poner nuestra atención en lo importante.
En este día vas a encontrarte con muchas publicaciones con datos duros sobre nuestra situación ambiental a nivel, tanto local como mundial, algunas se referirán a los esfuerzos que se hacen (o se deben hacer) por los gobiernos, por las empresas, por las organizaciones no gubernamentales etc. Sin embargo, recibir información no lo es todo. El desarrollo de la conciencia requiere mucha reflexión y análisis, empezando por nosotros mismos. Le damos fuerza a aquello en lo que ponemos nuestra atención, nuestra verdadera atención.
Por eso, antes de decidir cómo nos transportamos de un lugar a otro o cómo gestionaremos los impactos al aire debido a nuestras actividades, debemos ser saber que de acuerdo a estudios actualizados a 2022 el 99% de la población mundial respira un aire que supera los límites de calidad establecidos por la ONU, lo cual pone en serio peligro nuestra salud.
Antes de desechar cualquier cosa en el drenaje o antes de desarrollar proyectos con descargas importantes de aguas residuales, debemos estar al tanto de que el 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas (UNESCO) y que 297 000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable (OMS).
Antes de generar o desechar nuestros residuos, debemos estar conscientes de que se necesitan aproximadamente 1 000 años para formar 1 cm de capa arable superficial, lo que significa que no podremos producir más suelo en el transcurso de nuestras vidas, por eso se dice que es un recurso finito. (FAO)
Una vez me enseñaron que antes de una acción, siempre está una emoción. Es difícil accionar como más nos conviene si no estamos conscientes de lo que nos conviene, y evidentemente si algo no le conviene a nuestra casa, la Tierra, a nosotros tampoco nos va a convenir.
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